Pérez Millán se prepara para vivir una de sus tradiciones más emblemáticas: la octava edición de la “Fiesta de la Esponjosa”, organizada por la Escuela Especial N° 502. El evento, declarado de interés municipal, se realizará este jueves desde las 18:00 en el Club General San Martín y promete una tarde llena de gastronomía, arte y diversión para toda la familia. El corazón de la celebración es el concurso de repostería que premia a la mejor esponjosa de la localidad. Vecinos, instituciones y aficionados a la cocina participarán mostrando sus habilidades. El jurado evaluará aspectos como color, cantidad de huevos, altura y liviandad del bizcochuelo, además de la presentación final, donde el azúcar impalpable será un detalle indispensable. Los interesados pueden inscribirse llamando al 492-224 o a través de las redes sociales de la escuela. La “Fiesta de la Esponjosa” va más allá del concurso culinario: es un evento inclusivo y comunitario. Estudiantes, familias y vecinos se unen en torno a la creatividad y el arte, con un programa de espectáculos que incluye presentaciones musicales y de danza. Entre los artistas confirmados se encuentran Ecos de mi Pueblo, Sencillitos y Alpargatas, el Taller de Tango, el Taller de Música Municipal, Ernestina Nis, Catalina Rosco y Elías Sorgenti. Uno de los momentos más esperados será la dramatización del cuento de “Caperucita Roja”, protagonizada por estudiantes de primaria. La reinterpretación incluirá un ingenioso “lobo repostero”, que promete arrancar sonrisas a grandes y chicos. La jornada contará con un completo servicio de cantina, espacios de encuentro y variadas actividades para disfrutar en familia. La entrada será a colaboración, permitiendo que todos puedan participar y aportar a beneficio de la institución. La fiesta se extenderá hasta aproximadamente las 22:00 o 23:00, momento en que se conocerá a la ganadora del concurso y se cerrará la noche con el tradicional brindis comunitario. NORTE HOY  Opinión pública: La “Fiesta de la Esponjosa” se percibe como un evento que refuerza el sentido de comunidad y promueve la inclusión, destacándose como un ejemplo de cómo la cultura y la gastronomía pueden transformar una localidad en un espacio de encuentro y celebración.
